Pentecostés es la consumación de la Pascua. Jesús muere por todos nosotros y Dios lo resucita de entre los muertos. Su muerte y resurrección nos permite liberarnos también nosotros del pecado y de la muerte.
Jesús nos envía el Espíritu de Dios inaugurando un nuevo tiempo, el «Tiempo del Espíritu». Es una invitación para participar de una vida de alegría, amor y de esperanza.
«Cristo eternamente joven», que envía su Espíritu santo para poder dar respuesta a sus quejas y sus silencios. Conoce sus búsquedas interiores, alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que constituyen su inquietud.
El Espíritu del Señor que viene, que vendrá siempre que le invocamos con sencillez de corazón, nos guiará hacia la verdad de nuestras vidas. En el día a día iremos reconociéndolo, porque Él siempre está ahí con nosotros siendo Espíritu de fe en la oscuridad, Espíritu de victoria en la debilidad, Espíritu de alegría en las lágrimas, Espíritu de vida eterna en medio de la muerte.
Nuestros jóvenes que vivieron la solemnidad de pentecostés, pedimos que el Espíritu, que ha sido derramado en sus corazones, los llame a ser testigos del Evangelio.